Ayer probé por primera vez a hacer tiramisú, un postre típico italiano realmente delicioso. Y me quedó bastante bien así que he decidido subir la receta que usé (sacada de un libro antiquísimo de cocina de mi madre), para que podáis probarlo los que queráis.
Necesitaremos una batidora, dos boles, una cafetera y una fuente. Los ingredientes más o menos para 6/7 personas son 4 huevos (necesitamos solo 2 claras pero 4 yemas así que...), 100 gramos de azúcar, 400 gramos de crema de mascarpone, 20 bizcochos de lerma, 200 gramos de chocolate negro, cacao en polvo (colacao, vamos), unos 300 ml de café fuerte y (opcional, yo no lo usé) Amaretto, un licor italiano de albaricoque y almendras que no es demasiado sencillo conseguir, al menos en un supermercado normal.
Primero que nada preparamos el café. Un café normal, con la cafetera ya nos vale, pero recordad que debe ser bastante fuerte y que una vez preparado tenemos que dejarlo enfriar antes de usarlo.
Separamos las claras de las yemas, descartando dos claras. ¡Truco! Si en vez de partir el huevo en dos y ponerte a pasar el contenido de una mitad a otra hasta que se separa todo, haces un agujero con el dedo en un lateral del huevo y lo vuelcas, la clara, como es menos densa, caerá por el hueco mientras que la yema se quedará dentro y además permanecerá entera. Una vez haya salido toda la clara, separas la cáscara y pones la yema en el otro recipiente.
Cuando tengamos 2 claras en un recipiente y 4 yemas en el otro, empezaremos a preparar la crema de mascarpone. Vamos a ver, en casi todas las recetas que había leído siempre te decía que primero levantes las claras y luego te pongas con las yemas, pero en el libro del que saqué la receta dice (y con toda la razón del mundo), que si haces eso para cuando vuelvas con las claras, ya se te han bajado. Así que primero, mezclamos los 100 gramos de azúcar con las yemas y batimos hasta conseguir una masa suave. Ahora sí, con la batidora, batimos las claras hasta llevarlas a punto de nieve, y nada más tenerlas las añadimos a las yemas. Recordad que cualquier brizna de humedad que contacte con las claras, hará que no suban por mucho que batamos, así que ¡ojo!
Batimos las yemas con el azúcar y las claras a punto de nieve y vamos a ir añadiendo poco a poco el mascarpone, sin dejar de batir, hasta haberlo echado todo y conseguir una crema suave, dulce pero con el característico sabor del queso, y perfectamente homogénea. Ahora viene el montaje del tiramisú. En la fuente que hayamos elegido, colocamos primero los bizcochos; antes de ponerlos en la fuente, mojamos cada bizcocho en el café y luego lo ponemos hasta cubrir todo el fondo de la fuente (a mí me hicieron falta 10). La parte opcional, es mezclar con el café el Amaretto y bañar los bizcochos en la mezcla. El tiramisú tradicional italiano lleva sí o sí el licor, pero yo voy a tomarme la licencia de excluirlo. Sobre los bizcochos colocamos una capa de más o menos 2 cm de espesor de la crema de mascarpone, y sobre ella rallamos chocolate negro hasta conseguir una capa de más o menos 1 cm de grosor. Colocamos encima una segunda tanda de bizcochos de lerma bañados en café y encima otra de crema de mascarpone. Finalizamos espolvoreando un poco de cacao en polvo y rallando un poquito más de chocolate negro sobre la crema.
Lo único que le queda al tiramisú es estarse dos horitas reposando en la nevera antes de acabar en la tripa de alguien. ¡Ciao bellisimo!
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